lunes, 30 de junio de 2025

Asomados

 


La gran ventana se ha hinchado con el frío inguinal que cae desde el cielo

Parece el cachete de un payaso, un pañal desplegado como un mapamundi,

o una lila


Igual que todos, la mirilla submarina, el marco, no se atreve al grito, no se rompe los huesos restregándolos, calla con el grillete de azufre

en el pescuezo


Los hombros de la rosa se le inclinan sobre el coxis, las baldosas ajustan codo contra codo,

y entrechocan rayos


Nos guiñamos, la ventana y yo, constituidos como masa del susto que se agacha en el bolsón de la camisa, huérfanos

Finalmente el ser no es otra cosa que un ulular, pienso, el flequillo violentamente descorrido,

tal vez la cola negra de una novia, o una campana con dolor de muelas,

.

      óxido


Me acerco al esqueleto transparente, al pecho de tormenta, al moretón de arena

arropo a mí cristal con un pase de trigales, la intrigo con palmadas del desierto, y con el perfil

de un cascarudo


Nos hemos entendido durante tres inviernos espaciosos, enemigos, ella y yo, del polvo desalmado que sacuden las escobas muertas, enamorados, ambos, del hueso recién

anochecido,

y del Inquebrantable caracol


Ha deambulado el relámpago, leal, en el acantilado del espejo, lloramos en silencio sobre el fémur de la flor rendida

Éste atardecer, como le he prometido, no colgaré la ropa ni fabricaré otros humos

Habrá veladores en el piso para que nos espiemos en pupilas bajas, descalzados


Detendré con el hocico las manijas asesinas,

seremos dos ojos enormes como lanchas

y sabremos ser felices


           esplendentes




Rafael Teicher

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