( Esto No es un Blog, es una Revista Cultural - Se Edita por este Medio porque aún No Consigue Financiación para ser Lanzada en Papel )

lunes, 9 de diciembre de 2013

sábado, 7 de diciembre de 2013

jueves, 5 de diciembre de 2013

La Salvación del Ciudadano por el Feliz Traspaso



Si bien el túnel se nos impone y nos refriega una florida promesa de redención en el morro, no he logrado, nunca, atravesar alguno en un estado de bienaventuranza. Una vez que mis pasos se atoran en el buche de un túnel y comienzan a desnutrirse y a adquirir biseles, me encharca una flojera halagadora. Ya no desembolsan mis pies, y los dolores comanditarios pierden su carácter gravoso, pasando a coadyuvar en la constitución de la sensación envolvente y crepuscular general que impera bajo tierra.
    
Durante la estadía en un túnel sospecho la idoneidad de las navajas o la de las monedas antiguas. Anhelo extraer un pedazo de queso del bolsillo —hasta una galleta marinera—, y que además, dicha colación, se convierta de repente, e imperiosamente, en cupo. Un espíritu franciscano se apodera de mis hambres, templándolas, volviéndolas provectas y fofas. No podría arriesgarme a dictaminar que los túneles ejercen sobre mi cuerpo alguna clase de dominio astrológico o teúrgico, pero lo cierto es que dictan una especie de derrotero eólico a mis piernas. Digo "eólico" no en tanto que impresión de vértigos, sino en referencia a la levedad, que es característica de cualquier corriente de aire incitada por el abrazo de presiones desemejantes. 

Pero insistiré con la equívoca veta conceptual. Lo que quiero decir es que los túneles son meros casos particulares de los caminos, y los caminos, nada más que subgéneros de los planos —en sentido geométrico, claro. Toda vez que una persona, o un perro, o un móvil abstracto principia un itinerario, el paisaje a sus costados colapsa, se acomoda bajo la silueta del túnel. Como si el hecho de avanzar tuviera una arcana consanguinidad con el hecho de pertenecer y de estar al amparo ( que es lo que resulta como impresión primaria dentro de todo túnel: el abrigo, la opresión y la opción por el adentro ). De manera que, al penetrar en la neblina propia de un túnel, no puedo evitar la tristeza. Se trata de una tristeza poco pesada, más bien dichosa, valga la paradoja. Una tristeza que se presenta aprestada con sus mejores ropas, como la primera chica de la infancia dispuesta a darnos el mejor de los besos del mundo. Es bello lo que me pasa en los túneles. Me poseen romances furibundos que acaban tempestuosamente, verdaderas pasiones. Y, aunque parezca discordante, estas pasiones no me complican con otras energías o con otras carnes, antes al contrario, me cargan de una soledad sidérea. Me gritan la paridad imposible del amor y de la muerte ( que no otra cosa es la soledad que: la puta muerte ). En los túneles aprendo la lección definitiva sobre la inviabilidad y lo movedizo: las formas ( existentes ) ocurren por la colisión de los opuestos.

He percibido que dentro de los túneles todo es inminente. Cuando uno camina por la ciudad sin destino consciente, las cosas acechan. Resulta peligroso. Bellamente peligroso. Siempre es una aventura el desplazamiento desde un punto hasta otro punto. Algo épico gobierna la cinemática.

Por otra parte, en el meollo de un túnel, la noche permanece bajando los párpados. Hay humedad y deseo. Una penumbra en celo nos invita y nos viola.

Lanzaré como clausura una jaculatoria: Ojalá que una tarde, peculiarmente anodina y distinta, me sumerja en un túnel y pueda conquistar lo indefinido.           

                   
Fotografías con Celular por Gabriela Bruckner
Texto por Rafael Teicher

lunes, 2 de diciembre de 2013

Prólogo al Color o las Maniobras de Continencia en lo Cumplido



de pronto, una altura inclina el labio

oímos la tez que
 pierde 

lo inmenso soñado 

sujetamos tajos convincentes
con los pies en cruz

prósperos al costado 
de lo entero 



Fotografías con Celular por Gabriela Bruckner
Texto por Rafael Teicher

Caída y Enterramiento del Primero y Único Cielo



¿dónde se descolgó la cabecera?

inhumada al límite 
gramatical 

el cielo superior al medio
se amarró en la transparencia

antes, mirábamos lo oscuro con la boca
ahora, impera el sol

lo atravesado

el ciego postrero
expira entre la brisa 



Fotografías con Celular por Gabriela Bruckner
Texto por Rafael Teicher

Tránsito Masivo Hacia Una Visión Bifocal Intangible




Fotografías con Celular por Gabriela Bruckner