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jueves, 1 de mayo de 2014

Soliloquio sobre la Ligereza, la Extranjería y la Pérdida


"Allí todas las cosas del mundo se hacen extrañas al hombre; allí todo lo que es costoso se hace más ligero...; allí el hombre se pierde a sí mismo..." / respecto a la soledad

Lanspergio - Monje Cartujo Alemán ( 1489 - 1539 )



Al entrar me vuelvo extraño. Una vez que mi cuerpo pasa, brota virgen. Del otro lado soy forastero. Después y mañana son nombres propios del exilio. Aquí es la Patria. Allá, la noche. 

En la oscuridad me torno disonante. Me desconozco y desaprendo. Y esta ajenidad me propulsa. Una vez que caigo en un adentro, o que me estiro, me aligero. Clausurado o a la intemperie de mí, floto. 

Liviano y distinto, transcurro en lo cóncavo. Porque todo ingreso es un retorno a la placenta. Cuando cruzamos umbrales, nacemos. Cada vez que se nos amanece damos el aullido del parto. 

Ir ( moverse ) es alumbrar. 

Y aquí, atrapado, contenido, atento al peso, y presente, me pierdo. Busco extraviarme al surcar la tiniebla de las puertas. Pretendo lo ignoto arrojándome al crepúsculo. Me lanzo a los lugares y a los huecos con afán de olvido. 

Una vez que comprendo que cada paso es irrupción, que todos los empellones rasgan el velo del posible, entonces me convierto en transparencia.

Dejo de ser al entregarme a las cortinas misteriosas del espacio. Vagabundeo lejos de las solideces de mi ser, en pos del vacilar de lo nocturno.

Encerrado y solo, no me sé.


Rafael Teicher

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