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sábado, 8 de mayo de 2010

Celaje


Discurro cosas. Como si las hablara. Me sucede una ristra. Me hilo

Creo que hay en mí una colectividad, o que me he vertido del envés coincidiendo con una especie de acervo. Me siento coral, instado

Estrictamente no sé qué soy

Las formas, repito. Es cuestión de formas, repito. Ha de tratarse de algo conjuntivo, de un atasco

“Cuando me consolido frente a un rostro, no quepo”, le decía. “Correspondo, implico, fino”, le decía. “Si ojeo el nudo de una rosa, me instalo rosa”, le decía. “Así con todo, con un remo, con el humo, con una mano”, le decía

Ahora otro tanto. La diferencia es que esta vez consueno con un cúmulo que tiende. Me he alojado en una mancha de aceite que se asperja sobre una masa de agua

Es una sensación correosa, y sin embargo, transcurre separadamente, allá de mí

Por cierto picor indistinto y casi especulativo comprendo que es una sensación de beneplácito, una adjudicación

Por supuesto que lo dicho me ocurre fuera del enclave de mi cuerpo, y diría más, allende la idea de un “yo”. Acontece, supongo, en un “tú”. Y, en ese “tu”, queda inscripta la aquiescencia y el agrado que siento

De todos modos, lo que predomina, es una impresión de sedosidad y de prisa

Me hago islas

Mejor: en ese “tu” donde he sido -soy- mudado, concurro, trompico, me destejo

Aquí no hay centro, hay nube

La nube no pesa, no abotona. Así es

Aquí es íntegro

Y a pesar de ello, aquí resultan cisuras… y luxación



Rafael Teicher

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