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sábado, 15 de mayo de 2010

La de la Orilla


¿Huele el mar? ¿Masca?


De este modo, ella se calaba los pies, esmerilándolos. Y cundía



¿Cómo prosigue la hojarasca?, parecía decir. Y sin embargo, se procuraba opulentas y alabeadas cucamonas con la barbilla del mar






Conculcaba las cerdas, riendo. Era la que impera a la vera del maretazo. La baldía




La inane





No sé a santo de qué, ahora, se me da por llamarla la desalojada





No eres más crasa que una patilla, te digo. Eres crucial





He estregado todas las alfombrillas de la casa, averiguándote



Sólo persistes como correlación




Descabezada, silbante



Anímica






Cerca de los jazmines verdaderos te des-talo


Siéndote





La piel ha de ser corrimiento, hipo

Largueza






Arómame, pues




Rafael Teicher

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