Inicia con un tono cínico, lacerante, cientista, que se apodera del juicio y construye un espacio de atención favorable. La película resulta una suerte de tesina sobre la vida de un hombre. ¿Qué es un hombre? ¿Es una dirección? ¿Una aldaba? ¿Un polo? ¿Una mofa?
De no ser por la afrenta de algunas señas setentistas, el fim sería perfecto. Sucede que en otras obras de la misma generación, no hay rebabas, todo es par.
De todas maneras, los secos estallidos disonantes que sellan las diversas etapas biográficas, operan su efecto.
Es una pieza que raspa, acusa.
Bella por olas.
Rafael Teicher
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