cuando se fue su padre
anduvo cosechando grumos de grito
de entre los azulejos
encontró un jeroglífico de hielo
suspendido en uno de los vasos
algunos cordones de nieve
permanecían tiritando
en el espejo
la casa, anegada en azul rancio,
plegó sus alas
como un albatros
aún, en los dinteles,
repicaba un perfume hereditario
a canas dolientes
desangradas
a canas dolientes
desangradas
Fotografías con Celular: Gabriela Bruckner
Texto: Rafael Teicher
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