( Esto No es un Blog, es una Revista Cultural - Se Edita por este Medio porque aún No Consigue Financiación para ser Lanzada en Papel )

lunes, 17 de diciembre de 2012

Dramaturgia Cardinal


Tennessee Williams: "El País del Dragón"
Jean Anouilh: "Piezas Negras"
Jean-Paul Sartre: "Las Manos Sucias"
J. B. Priestley: "Tres Piezas sobre el Tiempo"

Gabriela Bruckner

Mundo Macho


A Virginia Woolf 
cuando riega las plantas 


Abres la ventana como si te acercaras al sudoroso cuerpo de un hombre 

Le giras el mecanismo de los brazos como si fuera una corbata, y te le montas 

Sales a la musculatura del viento con el pelo abierto como un ramo 

El cuerpo del hombre es fresco y tenso como una aurora guardada en una caja 

Confías en la caída de los hombros del cuerpo del hombre, crees en la luz que se le derrama de la nuca hasta los labios 

Para ti el cuerpo del hombre es el interior de un guante, la caricia del humo, un juego de vueltas en el pasto 

Te gustaría ser onda para ocuparlo como el remolino ocupa la flauta, quieres ser la descarga fecunda del cabello sobre al agua que lo moja 

A veces te sientes infinita como la madera, pequeña como el proyecto hidrográfico del beso dado sobre una ceja, compleja como la arqueología del aroma a rosas 

Te inhalas el mundo como inhalas un sobaco, le bajas los párpados a fuerza de buscarlo 

El hombre es blanco y dulce como la leche, es posterior, torrencial, potente como una azucena, indefenso como el barco

Abres la ventana como rompiendo una camisa, como besando una llave que grita, y te le echas al lomo como el insulto de un cigarro 

El mundo está en bermudas como un nene y lleva una pelota y una paloma en el bolsillo de su saco 

Lo amas, ¡cuánto lo amas! 

Lo amas como al chocolate que se come a escondidas en el cine, lo amas como a los discos, como al instante en que entras en la noche llena de pulseras que chillan, lo amas como al suspiro, como a un saxo que retumba, lo amas como a un baño todo blanco 

¡Cuánto lo amas!, cuánto 

Mundo travieso que huele a manzana y que golpea la ventana como un pájaro 


Rafael Teicher

jueves, 13 de diciembre de 2012

Piezas Teatrales Ineludibles



Eugene O'Neill: "El Gran Dios Brown"
Samuel Beckett: "Esperando a Godot"
Eugène Ionesco: "Las Sillas"
Albert Camus: "Calígula"

Gabriela Bruckner

jueves, 23 de agosto de 2012

Pozo-Tránsito


Cada dedo mío es un ojal, un pozo-tránsito
Si me miro así, descubro que soy como un faro, o una cuenta

— Y mis ideas son ferroviarias, colorantes

Me desencuentro los brazos, me desalojo
Quisiera cuajar

Ligeramente ciego, aspirante
Corro en círculos que se incluyen
Mis palabras son roturas

He llegado a conocer la cosa sin piel, el empuje
La luz es lo que jala, el toro

En días como estos decido quedarme sentado en un ala

Venciéndolo




Rafael Teicher

martes, 21 de agosto de 2012

Cuatro Faros Interiores



"Aprendizaje o el Libro de los Placeres" de Clarice Lispector
"Las Olas" de Virginia Woolf
"La Docta Ignorancia" del Cardenal de Cusa
"La Náusea" de Jean-Paul Sartre

Gabriela Bruckner

lunes, 13 de agosto de 2012

Abolido I


     
       la penumbra del ojo eterno
       vacía la lengua
       del nombre de mi mano
       sobre láminas de tiempo
       coaguladas





Texto y Foto: Gabriela Bruckner

lunes, 6 de agosto de 2012

Adiós Águila Azteca

Homenaje de Eva Mater Argentina
a la Cantante Mexicana Chavela Vargas

domingo, 29 de julio de 2012

Miradas y Herramientas para la indagación del Relato Fantástico



Psicología: "Psicoanálisis de los Cuentos de Hadas" de Bruno Betelheim
Estructuras: "Morfología del Cuento" de Vladimir Propp
Historia: "Introducción a la Literatura Fantástica" de Tzevetan Todorov
Guía Específica: "Diccionario de las Hadas" de Katharine Briggs

jueves, 19 de julio de 2012

Cuatro Gemas de Estilo



Música Contemporánea: "Réquiem Polaco" de Krzysztof Penderecki
Techno Gothic Classic: "My Fever Broke" de Rasputina
New Orleans Jazz Modern: Putumayo presenta a Kermit Ruffins
Candombe Fusión: "El Album Negro" de Rubén Rada

martes, 3 de julio de 2012

domingo, 1 de julio de 2012

Puerco que no canta anda buscando su presa


Contra las acriminaciones y los exhortos de su madre, Nina partió con dos de sus compañeros a una excursión al monte. Los había conocido en la escuela de meditación a la que concurría por consejo de un primo. Su madre la había advertido sobre la inconveniencia de un viaje con dos muchachos en pleno despliegue genético, pero ella quería demostrarle —y demostrarse a sí misma— que era poseedora de una identidad homogénea, y que sus arrebatos amatorios ya estaban extintos. Se sentía radiante con sus nuevas prácticas y quería dar un corte definitivo a los oprobios que recibía por parte de sus hermanos y de su madre respecto a la reputación de la escuela.

La mañana en que la madre la vio partir en la camioneta de Juan, llevaba puesto un enterito con pantalón corto y tiradores, además tenía una cinta elástica que junto con un pañuelo parecían erigir en su cabellera una diadema. La cajuela del vehículo resplandecía bajo los meneos translúcidos del aire, y dejaba ver un conjunto de enseres de alpinismo y un enorme rollo de tela. Juan se había presentado con Carlo, al que llamaban “Dumbo” por causa de la carnosidad de sus orejas y por cierta capacidad aerodinámica que ostentaba a la hora de los ejercicios del yoga. Nina había salido con Carlo un par de veces y se había asombrado de la sequía y de la llaneza de sus modos. Recordaba al joven deglutiendo confites en el asiento trasero del auto cual si fuera un autómata de hojalata accionado mediante un aparejo de cuerdas. Con Juan, en cambio, sólo había mantenido una disputa acerca de la hiperventilación inducida, pero sospechaba que llevaba una vida rústica, y que su corte de cabello al acero denotaba mucho más que un modismo, y que constituía el santo y seña de alguna cofradía nocturna de esas que organizan convites en las casas en ruinas en los cuales las drogas y las cartas circulan como regueros. A pesar de las dudas que tenía acerca de la higiene astral de sus camaradas, Nina había aceptado la invitación sin mayor reticencia.

Compete decir que Nina era una chica pomposa de inaugurales veintitrés años. Su melena parecía un lirio y pendía por sus hombros como una capelina. Le gustaba cepillarla con un peine que le había regalado su abuela. Es un regalo que se derrama de una Mejía a la otra, le dijo al dárselo. Si te frotas con él honrarás la estirpe, agregó. Nina, que poco sabía de los cinismos y de las mezquindades de alcurnia, se aferró al obsequio como si fuera un remo. A menudo solía suponerse con los pelos encrespados cual cordeles eléctricos sorbidos por la correntada de una ventana que da hacia un bosque. Y acompañaba dichas alucinaciones con surgimientos de cocos velludos o de micos que venían rugiendo y dándose manazos en la pechera y cuya sola intención era poseerla sin atenuantes bajo la anegación de la luna.

Aquella mañana Juan manejaba callado a la vera de las coníferas. La hojarasca rojiza se levantaba como la falda de una bailadora. 
    Cuánto falta, Dum —preguntó rugoso.
    Después del cruce Neptuno.
    Qué nombre estúpido —dijo Nina, cruzándose de piernas y dejando que el pespunte de la falda le resbale sobre el muslo.
    Neptuno es el dios del mar —aclaró Juan lanzando una mirada belicosa.
    Los dioses son demasiado completos —dijo Nina elevando la rodilla como si buscara la herejía de un pellizco—. A mí denme lo inconcluso.
    Te gustan las cosas truncas —aseveró Juan dándole a la frase una cierta fosforescencia dubitativa mediante el uso de un declive sonoro.
    Algo así —dijo ella.

De pronto la camioneta paró. El cono del asfalto se adentraba en un nidal de humo mezclado con viento.
    Hay un incendio —dijo Carlo, echando la cabeza por la ventanilla.
    Ponle la manita a Dumbo, ángel —susurró Juan ajeno a los avatares del bosque.
    ¿Qué cosa? —inquirió desaforada la mujer.
— Que le pongas la manita, insuficiente —bramó Juan desajustándose el cinturón con un ademán que no por certero estaba despojado de torpeza.
    Insuficiente eres tú que haces bromas tan tontas —supuró la joven con todo el cuerpo.
    Vamos, ponle la manita al gorila —dijo Juan y comenzó a fricar salvajemente los muslos de la chica.
    Déjala hacer a su modo —dijo Carlo—. Las sirenas son así.
    No hay ningún modo —chilló la mujer—. Quita esas zarpas.
Juan se chupaba las palmas y luego las raspaba como espátulas por las pantorrillas henchidas de Nina a la vez que roía sus muslos hasta trazarles la forma de un planisferio con cinco ríos.
    A las polluelas les gusta ordeñar a los cerdos —decía.
En ese instante Carlo tomó a la joven de la pelambre y la obligó a posar la dentadura sobre su pecho.
    Bebe del cántaro —dijo metiendo el hocico entre las hebras liosas de la cabeza de la chica.
Juan cogió las muñecas de Nina y las amarró al volante con el cinto. Por su lado Carlo esgrimió una varilla sin pellejo y la agitó sobre los nudillos de la mujer a la manera de un violinista.
— Te vamos a lastimar las piernas porque son las más hermosas del mundo —dijo, y luego sonrió.

Rafael Teicher

sábado, 23 de junio de 2012

Vietnam I y II




Fotografías con Celular por Gabriela Bruckner

viernes, 15 de junio de 2012

domingo, 10 de junio de 2012

sábado, 9 de junio de 2012

viernes, 8 de junio de 2012

miércoles, 6 de junio de 2012

lunes, 4 de junio de 2012

Maestro Mayor de Obras


En la casa caminas orgulloso, aspirante. Pechas las arcadas, las puertas. Hay cierto salvajismo en el contacto, y hay lavajes. Las casas son civilizaciones, aptitudes, debates. No hay manera de andar por la casa al modo grave, siempre levitas. Ellas, las matutinas, las descalzas. El escritor ha de ser aquél que ha dado con una casa aliada. La casa es la distancia entre los hombros, el trazo. 

Yo amo las casas invadidas por los jazmines cabezudos. Una casa es una mollera, un modo. A veces creo que las casas solamente son auxilios. Deberíamos saber que habitamos aberturas, no abrazos. La casa que procuro es la desenvoltura. Algo ventoso que deshace el talle. Vivo en una divergencia, en la expulsión. Una casa es un color completo, una propuesta de ventana. En estas casas todas las vistas son frontales. Es una circunvalación floral. 

¿Resides ya en un ala?


Rafael Teicher
Foto: Gabriela Bruckner

sábado, 19 de mayo de 2012

Artistas Recomendados por Rafael Teicher

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