El hombre que tiene el dolor en el pecho escribe una carta hecha de polvo. La hoja, virginal y carnosa, se enreda con sus dedos componiendo el desierto. No se ha dado cuenta que el papel, copioso, atento, argumenta en sus manos el crepúsculo.
A un costado, en la arena, junto a los pies astrales y nudosos del hombre, duerme enroscada la serpiente incontable de la escritura.
Rafael Teicher
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