Cada cristal de hielo es único en el mundo, y entonces, está solo. Es una estrella fractal de seis brazos, indivisa, señera. Cada púa, disonante, coopera en la coagulación laxa de un cuerpo astral, de un sol. Resulta el hexagrama combinado del cielo y de la tierra, de la hembra y de lo aéreo. Lo que apunta a la caída y lo que prospera hacia el total ajeno y perpendicular.
( conciliar el poste erecto del ser con la patada en cruz del anhelo de ser siempre es un intento en el abismo )
Estos sellos, decíamos, se estrujan en la inconsistencia alterada y sedosa del copo. Conforman la casa húmeda y calcárea de la nieve. Y la nieve, lame las chimeneas y las veletas del orbe.
( conciliar el poste erecto del ser con la patada en cruz del anhelo de ser siempre es un intento en el abismo )
Estos sellos, decíamos, se estrujan en la inconsistencia alterada y sedosa del copo. Conforman la casa húmeda y calcárea de la nieve. Y la nieve, lame las chimeneas y las veletas del orbe.
Nace en la nube de vapor y de polvo. Es primogénita del mar y del limo. Con las prendas del río y los grumos del carmen amasa el cristal. En el meollo de la esponjosa nieve reside un tumor de piedra: una madre ( corazón o núcleo de la gota desertora ).
Las tempestades magnéticas traman la malla de cristales en cadena de luceros, en coronas davídicas. De manera que, el Mesías, anida en el agua.
En cada copa de agua baja y álgida, y en cada muñeco de nieve, duerme el vengador.
En cada copa de agua baja y álgida, y en cada muñeco de nieve, duerme el vengador.
Rafael Teicher