cuando la ventana no curvaba al mundo
y un sabor de cielo le caía
allí
la huella
silenciaba al cruce
y la juventud del alba se rastreaba
si nos silabeaba el cuello
en noches-tantas entonces
el blanco
se enmarcaba en blancos
y el fruto ya no hacía al visitante
si hacia el final un no
maquillaba al vencido hacia la nada
se mordía el sí de los amores
o quizás
un litoral en brazos
-paladar vacío del secreto-
esperaba al corazón dentro del guante
Gabriela Bruckner
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