El amor es terrible como el miedo, compañera
Es un pluviómetro de hierro iluminado en el fondo de un armario
Vos misma antes de ser este reguero, estas sonajas, eras acoso
Eras Inminente como la campana, maligna
Te recuerdo tendida en el albero como el rabo del viento, perfecta
Transversalmente tallada por el brazo presente, arrastrada desde el fuego
Eras un bonete de papel prometido, la palanca del mundo que se declara, el silencio
Te conocí como dedo marcado en el talco, como supuesto trigonométrico, como síncope
Te sospechaba, compañera
Olía la coleta acibarada de tu posible que me llenaba el pecho, y te buscaba como un simio o como un duende
Caía en las calles trazadas como un meteoro, rompiendo simetrías oscuras, provocando entre las puertas
Sin embargo eras transparente como un número, vocacional, mentida
Y ahora estás aquí, mujer, madurando en el mediodía sangrante del juego de los cuerpos
Estás brutalmente definida, fornida como un golpe de tijeras, infinita
Cuando estaba en el exilio me visitabas bajo la forma de la sonrisa. Te amaba mirando sueltas de globos a ras del césped, te amaba al caminar entrelazado con la lluvia, o al comer con vehemencia una manzana
Eras la sensación de la casa vacía, el anuncio
Compañera, todo esto te lo cuento como un modo nuevo de besarte, o de envolverte en una tela hecha de fibra de espejos y llevarte a un barco
Mientras tanto, el miedo está con un gorro de papel que dice “tonto”, castigado en el jardín que no tiene sombra
Rafael Teicher
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