A Gabriela Bruckner
Sentada en la galería mirando el pasto parecés un proyecto de viaje a la luna en flauta, o un pedacito de queso con forma de flor, y también una provocación invisible.
Caminás apartando sonajas de murano lilas como si se tratara de rabos negros.
Llegás descalza junto al pozo, que curiosa y paradójicamente va con el pie cubierto.
Hacés triángulos con las manos, que se desprenden y caen al agua en sol mayor.
Y sobre todo, soñás la posibilidad de una ingeniería benigna que resista al viento como la coraza perfecta de una hormiga.
Rafael Teicher
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